Socialización para la niñez

28/10/2022

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¿Quién cree que es el responsable de la educación social de los niños y niñas? La mayoría de la gente diría que los mapadres están detrás de la escena. Pero resulta que, en muchos casos, los niños y niñas son socializados por otros niños y niñas. Ya sea jugando con amigos o aprendiendo sobre la dinámica de grupo, los niños y niñas pueden aprender una gran cantidad de habilidades de sus compañeros.

Primera infancia y la socialización

La socialización es un proceso a través del cual integramos los elementos socioculturales de nuestro entorno y nos adaptamos a la sociedad. A través de la socialización aprendemos lo que es aceptable y lo que no es aceptable en el entorno en el que vivimos, y nuestro aprendizaje comienza en el primer minuto de vida y nunca se detiene.

Sin embargo, la primera infancia es la etapa clave en el proceso de socialización, ya que es cuando somos más aptos para aprender. O mejor dicho, cuando las cosas que aprendemos tienen un impacto mayor a largo plazo.

Nacemos con esta capacidad

Los niños y niñas nacen con la capacidad de aprender y la necesidad de buscar estímulos sociales. Están llamados de forma innata a desarrollar vínculos de apego y amistad, que jugarán un papel importante en sus primeros años de vida.

Sin embargo, la socialización no se produce de una manera blanca y negra. Hay muchos caminos diferentes que los niños y niñas toman cuando aprenden sobre su mundo, y también hay muchas variables que afectan a su proceso de socialización. En última instancia, depende de cada niño determinar la naturaleza y la trayectoria exacta de su experiencia de socialización.

Violencia y agresión: emociones naturales

En la cultura y la educación, a menudo se nos enseña a reprimir nuestras tendencias naturales hacia la agresión y la violencia, quizás creyendo que ese comportamiento no es aceptable. Sin embargo, la verdad es que la violencia y la agresión son emociones naturales que todos los seres humanos poseen en diversos grados.

Es solo a través del condicionamiento social y el aprendizaje temprano que estas tendencias se moldean en algo negativo o improductivo. Por tanto, todos nacemos con un enorme potencial para las relaciones sociales, así como para la agresividad y la violencia. Es el entorno el que determina cuál de las dos polaridades predominará en nuestro comportamiento.

Esta influencia se produce de diferentes maneras. Un método común es a través de los prejuicios y la discriminación, por lo que llegamos a asociar ciertas cualidades con determinados grupos o razas. Otra posibilidad es que nos influyan las instituciones o estructuras sociales, como el matrimonio o los contratos de trabajo, que contribuyen a nuestro comportamiento a través de sus restricciones o limitaciones.

Independientemente de la forma en que seamos empujados a elegir uno u otro, está claro que todos poseemos tendencias positivas y negativas hacia la conexión y la separación, el amor y el odio. Sin embargo, con conciencia y aceptación, podemos aportar equilibrio y armonía a nuestras vidas y realizar nuestro verdadero potencial como seres humanos.

Los estudios han demostrado que la socialización es un proceso dinámico en el que el niño aprende de su cultura y se adapta a la realidad a través de las interacciones diarias con otras personas. En este sentido, la socialización crea espacios autónomos en los que los niños pueden desarrollar sus propias aptitudes y competencias.

El proceso de socialización es un viaje que comienza en el primer momento de la vida y nunca termina.

A través de la socialización aprendemos lo que es aceptable y lo que no es aceptable en el entorno en el que vivimos, y nuestro aprendizaje comienza en el primer minuto de vida y nunca se detiene. Sin embargo, la primera infancia es la etapa clave en el proceso de socialización, ya que es cuando somos más aptos para aprender. Es durante esta época cuando aprendemos sobre el amor, el odio, el miedo y la felicidad. Si cuidamos a nuestros hijos de la forma en que la naturaleza lo hizo, ellos podrán cuidarnos a nosotros cuando seamos mayores: con hábitos saludables y pensamientos positivos.

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